miércoles, 30 de marzo de 2011

La Lengua de las Mariposas



Comienzos de 1936. En un pequeño pueblo gallego, Moncho, un niño de ocho años, se va a incorporar a la escuela. Tiene miedo. Ha oído decir que los maestros pegan. Don Gregorio en persona, el maestro que no pega, tendrá que ir a buscarlo a su casa. Don Gregorio inculca a sus alumnos conocimientos tan medulares como poco académicos: el origen americano de las patatas o que las lenguas de las mariposas tienen forma de espiral. Con la llegada de la primavera, Don Gregorio saca las clases al campo. El 18 de julio todo se romperá y los valores y principios inculcados quedarán relegados.




 Don Gregorio no pega a los niños, los trata de usted y les enseña cosas, la mayoría curiosidades sobre la vida, los animales (por ejemplo, las habilidades del tilonorrinco). Don Gregorio hará que los niños se interesen por cosas como la lengua de las mariposas, una trompa finísima como la de un elefante enrollada como el muelle de un reloj, que sólo podrán observar cuando el Ministerio les mande un microscopio. Pero en medio de esas enseñanzas, también les deja ver a sus alumnos que la libertad y la individualidad son los valores que todo hombre debe perseguir. Al final, Moncho queda fascinado por Don Gregorio. Y, a su vez, el viejo maestro comienza a sentir una simpatía especial por el crío. Se hacen muy amigos y los sábados y los días festivos salen juntos de excursión para atrapar mariposas u otros bichos.




La película "La lengua de las mariposas" se basa no sólo en el cuento del mismo nombre sino también en otros dos relatos del mismo libro "Un saxo en la niebla" y "Carmiña". El guionista de la película, Rafael Azcona, hiló estos tres textos sintiéndose profundamente conmovido al leer el libro de Rivas.


Los temas del cuento y de la película coinciden: el miedo de los niños a la escuela, la enseñanza en los años treinta, el afán por la formación y por la libertad que transmite el maestro, la amistad entre el maestro y el niño y, al final, la traición. La película profundiza en los temas políticos y sociales a través de las figuras del cacique y del cura, y de la celebración del aniversario de la República.




lunes, 28 de marzo de 2011

La Ola


La historia que se plantea en La Ola se desarrolla en un instituto alemán durante la semana de proyectos. Durante esta semana tienen lugar una serie de talleres que tratan diversos temas, entre los que se encuentran la autocracia o la anarquía.


El profesor Rainer Wenger es el encargado de impartir el curso de autarquía. Intentando buscar alguna forma innovadora y didáctica a la vez, se le ocurre plantear un experimento para poder demostrar a sus alumnos (convencidos de que no podría volver a repetirse una dictadura en Alemania), como puede moldearse las decisiones de las personas, sus creencias y convencimientos con unas pautas concretas.

La película, inspirada por un experimento parecido llevado a cabo en California, muestra la vulnerabilidad de las personas y de la mente humana. El discurso de “La Ola” era muy simple e insustancial para llegar a esos extremos: el grupo frente al individuo, los anarquistas como enemigos, el simbolismo común...



La película nos presenta de manera clara y concisa cómo son los métodos utilizados por los dictadores para implantar sus autocracias totalitaristas. Parten de una aparente democracia donde ellos mismos son erigidos como líderes y a partir de ahí muestran y desarrollan sus verdaderas intenciones con estrategias aparentemente beneficiosas para todos y sin repercusiones negativas.





miércoles, 23 de marzo de 2011

El club de los emperadores

William Hundert, un profesor, ya maduro, ha sido convocado en un lujoso hotel para una reunión de antiguos alumnos suyos. Los recuerdos se agolpan en su memoria. Aquel curso del 72, en la prestigiosa escuela de St. Benedict. Un año más, logra apasionar a sus alumnos con la enseñanza de la historia de Roma. Sabe usar recursos pedagógicos para alimentar la curiosidad natural de los adolescentes: como el de hacer leer la inscripción que preside el fondo de la clase, que narra los hechos guerreros de un rey del que, en la actualidad, nadie recuerda siquiera el nombre. Puede empeñarse uno en ganar el mundo entero, pero para que las realizaciones perduren, hay que hacer algo más, salir del cascarón del propio egoísmo.

Hundert lo tiene claro: no sólo enseña una asignatura; ante él hay personas, jóvenes, con toda una vida por delante, que en el futuro ocuparán posiciones importantes en la sociedad. Y tiene que moldear su carácter, ayudarles a forjar su personalidad. Pero ese curso se va a encontrar con un alumno problemático, que llega con el curso ya empezado. Se trata de Sedgewick Bell, el hijo de un senador. Un chaval muy listo, pero que va a lo suyo, y sometido a una enorme presión por parte de su padre, quien no se ocupa mucho de él, pero que sí desea su triunfo social.


En la era de internet y los videojuegos, ¿es posible despertaren un chaval el interés por la historia de la antigua Roma? He ahí el dilema. Y la respuesta es, en realidad, sencilla. Dando por supuesto el conocimiento del profesor de esa materia, hay que decir que depende de la pasión que ponga a la hora de dar sus clases. César, Bruto, Claudio, Vespasiano. No son nombres de personajes muertos, que duermen para siempre en los libros de historia. Con sus realizaciones, y sus intentos de cambiar el destino de Roma, hablan también al hombre del siglo XXI. Los dilemas y oscuridades de entonces, no son tan diferentes a los de ahora. Esta película trata de recordarnos que quien desconoce su pasado, está condenado a repetir los errores del pasado.

 


El Hombre sin Rostro


La acción se desarrolla en un pequeño pueblo costero del Estado de Maine, durante el verano de 1968. Allí se harán amigos Chuck (Nick Stahl), un chico de 12 años con problemas psicológicos, familiares y académicos, y McLeod (Mel Gibson), un ex profesor que vive alejado del mundo tras sufrir un trágico accidente de coche que le deformó el rostro y le marcó profundamente. La posibilidad de volver a ejercer como maestro, dando clases particulares a Chuck, devolverá a McLeod las ganas de vivir y de abrirse a los demás, a pesar de la terrible incomprensión de algunos, que le tienen por un degenerado. Por su parte, Chuck madurará y tomará confianza en sí mismo, superando así el trauma que le suponen las crueles bromas de sus hermanas y la irregular situación matrimonial de su madre.



En cuanto al tratamiento de fondo, Mel Gibson se atreve a ser más duro que su maestro y evita decididamente los posibles excesos sensibleros de la historia. A veces, su tono realista resulta un poco crudo, pero en ningún momento recurre Gibson a lo vulgar o a lo superficial. De este modo, resultan acertadas y sugestivas sus reflexiones sobre el drama de la descomposición familiar, sobre el inmenso valor de la amistad -alejada de cualquier deformación del amor-, sobre las incoherencias del liberacionismo radical de los años sesenta y sobre la necesidad de una educación integral de la persona, que abarque también sus coordenadas morales, religiosas y culturales. En este punto, las firmes convicciones católicas de Mel Gibson aparecen de un modo subliminal, a la manera de John Ford. Es un acierto más de esta sorprendente opera prima, en la que Mel Gibson ha conseguido verdadero Cine, con mayúscula.




jueves, 10 de marzo de 2011

Billy Elliot



Billy Elliot (Jamie Bell) es un niño de 11 años, hijo de un minero, que vive en el norte de Inglaterra. Su vida cambiará para siempre al conocer a la Sra. Wilkinson (Julie Walters), que da clase de ballet en el gimnasio donde él intenta aprender a boxear, forzado por su padre. Pronto se encuentra inmerso en el mundo del ballet, para el que demuestra tener un talento innato gracias al cual podrá alcanzar sus sueños y cambiar las vidas de los que le rodean.
La familia intenta por todos los medios que Billy se aleje de ese ambiente de «niñas» y le obligan a cuidar a se senil abuela. En cierto momento, Billy se impone y demuestra a su padre su deseo de bailar ante todo. Desde ese momento, la familia, superando prejuicios, le apoya a costa de grandes dificultades sociales y económicas.


Valores que transmite la Película

La calidad de la película, pese a contar con un equipo maravilloso y grandes actores, dependía en gran medida de la interpretación del personaje de Billy. La aguja en el pajar fue Jamie Bell. Un chico de trece años, que igual que Billy se dedicó al baile a escondidas de sus compañeros de fútbol. Y en gran medida esto ha sido importante en la interpretación de Bell: «Si consigues una actuación verdadera de un niño puede ser algo conmovedor y lleno de fuerza», explica el director.

Billy Elliot remite al triunfo de la perseverancia y la dedicación de una manera verosímil, con personajes humanos, no arquetípicos. Su familia está presentada con sobriedad, en el ambiente de hostilidad y dureza laboral y social en el que se desarrolla la trama.




El show de Truman

Truman Burbank es un hombre normal y corriente, además de bastante inocente. Nuestro amigo Truman, vive en una idílica población en la que todo, hasta el más mínimo detalle, es perfecto. Truman nació allí, ha pasado toda su vida en el mismo lugar, y jamás de los jamases ha salido de los límites de su pueblo. En su vida no existen los problemas pero, al no haberlos vivido nunca, ¿por qué iba a imaginarse Truman que existen los problemas? Nunca ha sospechado que pudiese ocurrir algo que hiciese que su vida fuese tan perfecta, eso si, ultimamente le empiezan a ocurrir cosas un tanto... ¡extrañas!


El show de Truman es una alegoría de una sociedad que depende de los medios de comunicación, es decir, nos enseña la gran influencia que tienen los medios de comunicación sobre las personas. Se trata de una divertida historia con la que nos podemos reir, pero también tiene un gran trasfondo filosófico, al mostrarnos una sociedad manipulada como la nuestra. Esta película, realiza una fuerte crítica a un reality show característico de nuestra televisión actual, a la vez que nos indica también en algunos momentos, el fuerte consumismo al que estamos sujetos todos nosotros a causa de los medios de comunicación. Sin duda se trata algo contra lo que debemos combatir... ¡y que mejor manera de empezar a concienciarnos, que viendo esta tan conocida película!


Los chicos del coro

 
En Francia, en el año 1949, Clément Mathieu, comienza a trabajar en un internado de reinserción para niños. El director del centro, Rachin, utiliza un método educativo muy represivo que, aún así, no consigue mantener la autoridad sobre los menores más conflictivos. Mathieu, que es profesor de música, descubre que con ésta puede acercarse a los alumnos. Rebelde antes los métodos de Rachin y compasivo con los chicos, comienza a introducirlos en el canto y fomenta su interés por la música. A lo largo del desarrollo de la historia, la vida de Mathieu cambia para siempre, al igual que la de sus alumnos.



Esta película aporta distintas visiones de una época en la que primaba la pobreza y los problemas sociales. Históricamente, da a conocer cómo era la vida en época de guerra, en especial la vida de los niños huérfanos o cuyas familias no podían mantenerlos.
Educativamente, se muestra la rigidez de un sistema en el que el castigo muestra su ineficacia frente al diálogo y el salirse de la norma para llegar de verdad a los alumnos.
Además, se muestra que con la música y el saber hacer, se puede ayudar a cambiar la vida de las personas, incluso las de aquellas por las que muchos ya no apostaban.